Amar a las personas en tu iglesia

Bruce no aparecía desde hacía varias semanas. Dada la naturaleza volátil de la vida en las calles de Baltimore, estábamos preocupados pero orábamos y esperábamos noticias positivas. Luego de buscarlo por algunos meses, un sábado de mañana Bruce regresó a nuestro comedor comunitario. Sin embargo, esta vez no estaba buscando una comida caliente, sino que tenía una historia que contar. Para nuestra alegría, Bruce no se había convertido en una víctima más de las duras realidades de vivir en las calles de Baltimore. Estaba trabajando duro para cambiar su vida. En unos pocos meses, Bruce logró obtener un trabajo, una vivienda de transición segura, y se estaba preparando para mudarse a un departamento unos días después de que volvimos a estar en contacto. Era una alegría tan grande ver una transición tan rápida. Él estaba entusiasmado sobre su futuro y motivado a continuar cumpliendo objetivos.

No obstante, Bruce no estaba satisfecho con su progreso. Dijo: “No me es suficiente tener éxito; quiero que todos aquí también tengan éxito”. Y continuó: “Pastor, ellos lo aprecian, pero realmente me escuchan a mí”. Ese día Bruce no regresó por comida, sino por amistad. Estaba comprometido con sus amigos y quería hacer todo lo que estuviera a su alcance para ayudarlos a experimentar el progreso que él había experimentado.

Bruce ejemplificó el mensaje que Jesús compartió en la parábola de la oveja perdida (Mat. 18:12-14; Luc. 15:3-7). En la parábola, Jesús ilustra el valor de una persona. El pastor deja la comodidad de la cumbre para descender a los valles en busca de una oveja que está perdida. De manera similar, Bruce dejó la comodidad de su nueva vida para buscar a sus amigos y mostrarles cómo experimentar una nueva realidad. Estaba dispuesto a hacer sacrificios, dejar de lado la comodidad y dedicar tiempo a alcanzar a sus amigos. Ese día aprendimos varias lecciones de Bruce, pero la más importante de todas fue que las relaciones reales requieren de responsabilidad activa. Esta simple lección ha moldeado la manera en que ministramos en la iglesia de Miracle City.

La campaña de los 100k toques

En 2016, la iglesia de Miracle City se embarcó en una campaña llamada 100k toques. Nos comprometimos a alcanzar nuestra comunidad con 100.000 actos de servicio en el plazo de un año. Dividimos nuestros proyectos en seis categorías: indigencia, educación, alimentación, inseguridad, desarrollo económico y crisis temporal. Desde enero invitamos a los miembros de iglesia a servir. Se podían anotar para trabajar en los proyectos a lo largo de la semana, o podían sumarse los sábados de mañana para los “Días grandes de servicio”. En los “Días grandes de servicio” las personas se reunían a las 8:00 para un breve momento de oración, adoración y desayuno. Luego, los equipos se reunían por proyecto para dar las instrucciones del día y se dirigían a diferentes lugares por toda la ciudad. Algunos llevaban comida a pacientes enfermos, otros iban a lavaderos de ropa y sorprendían a las personas regalando cargas gratuitas; algunos visitaban colegios para trabajar en las bibliotecas y los pasillos, y otro participaban en nuestros programas de comedores comunitarios. Durante este año, con la participación de organizaciones sin fines de lucro y la creatividad de los miembros de nuestra congregación, organizamos ferias laborales, pintamos escuelas, limpiamos parques, iniciamos un programa educativo, proveímos frutas y verduras frescas a ancianos, apoyamos programas de alfabetización, comenzamos una huerta comunitaria, visitamos hogares de ancianos, y mucho más. Como resultado, por la gracia de Dios, en 8 meses habíamos logrado 127.569 toques, excediendo nuestro objetivo en tan solo 8 meses.

Es difícil exagerar la importancia que tuvo esta iniciativa para nuestra congregación. Comenzamos a ver la iglesia menos como un evento, y más como una comunidad. Comenzamos a ver nuestra experiencia de adoración como un lugar donde compartir historias de victoria, orar unos por otros, y recargar energía para seguir sirviendo a otros. También aprendimos que realizar un impacto sustentable requiere un enfoque diferente. De muchas formas, Bruce había compartido todo lo que necesitábamos saber, pero tardamos un poco de tiempo en desentrañar las lecciones que proveyeron su ejemplo. Sin embargo, luego de varias conversaciones y oraciones sinceras aprendimos cómo involucrarnos efectivamente en alcanzar la comunidad, por medio del desarrollo de relaciones sinceras.

Las relaciones

Todo movimiento efectivo de alcance a la comunidad comienza con relaciones construidas sobre el amor y el respeto mutuos. La palabra “mutuo” es importante. Las relaciones deben ser una calle de doble vía; deben mantener un equilibrio entre dar y recibir, que se alimenta por medio de la responsabilidad mutua. Como familia eclesial, Miracle City no siempre siguió este enfoque para con el servicio a la comunidad, pero Bruce nos mostró una mejor manera.

Bruce regresó al comedor comunitario para encontrar a sus amigos debido a las relaciones que había establecido con ellos. Sus amigos estuvieron con él en los momentos difíciles, y ahora sentía una responsabilidad de ayudarlos durante los momentos difíciles que ellos pasaban. Él amaba a sus amigos y ellos lo amaban a él. Su amor mutuo le dio a Bruce la habilidad única de alcanzarlos de maneras en que nosotros no podíamos hacerlo. De hecho, esa reciprocidad fue el ingrediente clave que permitió que los amigos de Bruce escucharan, aprendieran, y finalmente cambiaran. Una de las mayores barreras para el servicio efectivo a la comunidad es que no desarrollamos relaciones basadas en la reciprocidad.

Regresemos por un momento a la parábola de la oveja perdida. Si consideramos nuestro lugar en esa historia, debemos reconocer que todos hemos sido la oveja perdida. Sin embargo, a veces, en nuestro esfuerzo genuino por seguir el ejemplo del gran Pastor, podemos olvidar que todos somos ovejas. Este puede producir, inadvertidamente, un constructo relacional de superioridad e inferioridad entre los miembros de la iglesia y los miembros de la comunidad. Cuando esto ocurre, los miembros de la iglesia pueden ver a los miembros de la comunidad como un proyecto, y no como compañeros. Además, los miembros de la comunidad pueden ver a los miembros de la iglesia como manipuladores, invasivos, o incluso peor: destructivos. Todo esto obra en contra de un ministerio efectivo para con quienes viven en nuestras comunidades.

Si vamos a ministrar efectivamente en nuestras comunidades, debemos construir relaciones integrales de amor y respeto mutuos. Tendremos que aceptar que no solo tenemos algo que dar, sino también mucho que necesitamos recibir. Las iglesias deben aprender a escuchar a los miembros de la comunidad para comprender sus necesidades y también sus fortalezas. Cada comunidad tiene fortalezas que se pueden desarrollar para ayudar a los miembros de la comunidad a identificar soluciones a los desafíos que existan en su medio. No obstante, las iglesias no pueden conocer esas fortalezas sin entrar en una relación equilibrada en la que tanto la iglesia como la comunidad vean que tienen algo que dar y algo que recibir. Cuando construimos relaciones sobre la reciprocidad, abrimos la puerta a involucrarnos de manera eficiente en la comunidad, de una manera que haga crecer nuestras iglesias y fortalezca a la comunidad al mismo tiempo. Y, quizá más importante aún, los miembros de nuestras iglesias comenzarán a ver que tanto el bautismo como el desarrollo comunitario califican como desarrollo del Reino.

Aquí hay algunas categorías de relaciones que vale la pena desarrollar en nuestras comunidades:

·           Vecinos

·           Estudiantes

·           Miembros y líderes de asociaciones vecinales

·           Directores de colegios

·           Directores y personal de centros comunitarios

·           Directores de programas extracurriculares

·           Comerciantes locales

·           Miembros del consejo municipal

La reputación

En un comienzo, la campaña 100k toques le ayudó a nuestra iglesia a desarrollar una buena reputación en la comunidad, pero no fue tan eficaz construyendo relaciones sólidas con los miembros de la comunidad. Este fue el caso porque, involuntariamente, organizamos nuestros esfuerzos para que la gente reciba ayuda, pero no para construir relaciones.

Entonces, ¿todo ese esfuerzo fue desperdiciado? Para nada. Durante el desarrollo de la campaña nos dimos cuenta que habíamos encontrado una fórmula para construir relaciones dentro de las comunidades. Cuando una iglesia no es conocida en el vecindario circundante, es importante construir una reputación que permita que la comunidad comience a confiar en la iglesia. Los proyectos de servicio que suplen necesidades temporales son una manera de desarrollar la reputación de la iglesia, para abrir la puerta a la posibilidad de establecer relaciones con los miembros de la comunidad. Pero los miembros de la iglesia deben ser muy conscientes de que el objetivo del proyecto de servicio no es repartir la mayor cantidad de sándwiches, frazadas o abrigo. El objetivo es crear un espacio para que las relaciones crezcan. Los miembros de la congregación deben interesarse en más que en llenar bolsas y canastas; deben interesarte genuinamente en la vida de quienes están acudiendo a recibir ayuda. En realidad, los proyectos de servicio son solo una manera de construir la reputación de la iglesia; hay otros programas que podrían proveer el mismo nivel de interés o visibilidad. El objetivo es crear un espacio para que los miembros de la iglesia y los miembros de la comunidad se conecten.

Para ayudar a los miembros de nuestra iglesia a comprender este principio de alcance a la comunidad, adoptamos un término como nuestra filosofía base: benevolencia desinteresada. En nuestro uso del término, la benevolencia desinteresada simplemente significa hacer el bien por hacer el bien, sin esperar nada a cambio. Repetimos este término y su significado en cada reunión, cada “Día grande de servicio”, lo publicamos en nuestra página web, y lo compartimos durante nuestros momentos de adoración. Queríamos priorizar a las personas por sobre los proyectos, y asegurarnos que los miembros de la comunidad no sintieran que nuestros esfuerzos eran solo una herramienta para forzarlos a asistir a un estudio bíblico o a una reunión en la iglesia. Sabíamos que si íbamos a construir confianza, no debía haber condición alguna, para que el amor genuino pudiera ser el motivador de toda la obra de construcción de confianza.

 

David B. Franklin es el pastor principal de la Iglesia Adventista del Séptimo Día de Miracle City en Baltimore, Maryland. Su iglesia dirige una coalición de organizaciones comunitarias que buscan revitalizar el corredor de Frederick Avenue. Franklin tiene una licenciatura en administración de empresas con énfasis en marketing de la Universidad de Oakwood y una maestría en teología del Seminario Teológico Adventista del Séptimo Día de la Universidad Andrews. Actualmente está cursando un doctorado en desarrollo organizacional.

 

Este artículo es un extracto del libro que está recientemente disponible, llamado: Multiplica. El libro Multiplica es un regalo de la Asociación Ministerial de la División Norteamericana para todos los pastores y pastores laicos voluntarios. Para obtener el libro sin costo alguno, contacte al director ministerial, o a la secretaria de su conferencia local.

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