La Justicia Social y el Evangelismo

Unos años atrás mientras que uno de nuestros equipos misionero de jóvenes recorría un área que había sido devastada por un terremoto, uno de los jóvenes al frente del proyecto misionero le preguntó a uno de los lideres de la iglesia en el territorio, “¿que necesitas en estos momentos para ayudar a tu comunidad, aquí?”. El pastor con su traje y corbata, en medio de las ruinas, respondió, “necesito un equipo de sonido, porque con toda esta distracción es muy difícil predicar, cuando predico como que no me escuchan…” Sí, aunque parezca mentira, en medio de la devastación, enfermedad, hambre, y muerte, la primera necesidad de nuestro colega era unas bocinas y un micrófono para que la gente lo escuchara predicar.

 Al escuchar estas palabras nuestro equipo recibió la impresión que estaban hablando con alguien que estaba mas preocupado por el mensaje que por la gente para las cuales el mensaje había sido dado. Se juntaron y me pidieron trabajar con otro pastor que estaba bien ocupado consiguiendo alimentos, agua, ayuda medica, y un lugar donde dormir, para las personas que se habían quedado sin techo y para los que estaban durmiendo fuera de sus casas con miedo a morir sepultados por los escombros si otro temblor venía y destruía las estructuras ya débiles de sus casas.

 Cada vez que recuerdo esta historia, que desafortunadamente nuestro equipo tuvo que vivir, mas cuenta me doy de que las palabras necesitan micrófono, pero las acciones no. 

¿Es la justicia social una distracción?

En la secuela de las muertes injustificadas de Breonna Taylor, Ahmaud Arbury, George Floyd, Rayshard Brooks, y las protestas que han venido como consecuencia a estas acciones tan crueles, entre otras cosas, he escuchado las siguientes frases:

“…protestar la discriminación es una distracción de lo que en realidad debemos estar haciendo…”

“…con todos estos asuntos, no nos podemos dejar distraer de nuestra misión de predicar el evangelio y proclamar el mensaje de los tres ángeles…”

Al escuchar estas frases y muchas otras, me pregunto ¿si en realidad entendemos nuestra misión? ¿O si, como pueblo de Dios, podemos estar en paz con un evangelio que proclama la salvación de Cristo para los pecadores y una vida eterna en el futuro, mientras que estamos dispuestos a hacernos los ciegos ante el dolor humano presente? Durante estos días he visto, con sorpresa y tristeza, como se usan algunas citas bien selectas, fuera de contexto, excluyendo muchas otras, de nuestra pionera y escritora inspirada Elena White para atacar a aquellos que han visto necesario el defender las vidas a riesgo de nuestros hermanos Afroamericanos. He visto el uso de la Biblia y de la teología para callar los esfuerzos de protesta en contra de los crímenes cometidos en contra de un grupo de la humanidad. Y me pregunto, ¿estamos bien nosotros con una “teología” que no nos da permiso para hablar en favor de aquellos que sufren? ¿Viene esta teología de Dios? ¿Acaso no tenemos un problema con mirar hacia el otro lado, ignorando el dolor de un grupo de gente, para mantenernos enfocados en la misión? 

La justicia social es evangelismo

Si tu, yo, o nuestra iglesia estamos dispuestos a pasar por alto el dolor humano para mantenernos enfocados en “la misión” y si pensamos que esto es una distracción de la predicación del mensaje de los Tres Ángeles, entonces tenemos mucho en común con el sacerdote y el levita que siguieron su camino cuando vieron al hombre herido y medio muerto a la orilla del camino, en la parábola del Buen Samaritano.

Si nuestra misión es tan importante que no nos permite tomar tiempo para cuidar a los necesitados, curar a los heridos, alimentar a los hambrientos, y hablar en favor de los discriminados, entonces nuestra misión, no es la misión de Jesús. Jesús dijo: 

“El Espíritu del Señor está sobre mí,
por cuanto me ha ungido para dar buenas nuevas a los pobres;
me ha enviado a sanar a los quebrantados de corazón,
a pregonar libertad a los cautivos
y vista a los ciegos,
a poner en libertad a los oprimidos

y a predicar el año agradable del Señor.” (Lucas 4:18-19)

¿Te harías miembro de una iglesia a la cual no le importa cuando eres maltratado? ¿Te unirías a una iglesia que te deja a un lado cuando sufres discriminación, ya sea por tu color de piel, tu condición migratoria, o tu estatus social? ¿Te bautizarías en una iglesia sabiendo que a los miembros de la misma les da igual tu bienestar y el de tu familia?

¿Si tu hubieras sido el hombre que fue atacado y dejado por muerto en el camino, en la parábola del Buen Samaritano, a qué iglesia piensas que hubieras preferido ir? ¿A la iglesia del sacerdote? ¿A la iglesia del levita? ¿O a la iglesia del Samaritano? Yo sé a que iglesia yo hubiera querido ir al recuperarme. Definitivamente no a la iglesia de los que tenían una misión y un mensaje tan importante que no tuvieron tiempo o necesidad de cuidarme cuando yo mas lo necesitaba.

Nunca esperes evangelizar con éxito a la gente a las cuales no estas dispuesto a amar, cuidar, y defender. 

La justicia social está en el mensaje de los Tres Ángeles 

Si proclamamos un mensaje que no nos da lugar para hablar y abogar en favor de aquellos a quienes injustamente se les niegan sus derechos humanos. Si nuestro mensaje es sordo a las necesidades del ser humano, entonces será mudo para sus oídos.

Una “teología” que no es practica, que no bendice, que no trae esperanza y vida al ser humano, es inútil e innecesaria.

Lo maravilloso de el mensaje de los Tres Ángeles es que es inclusivo.  

“Vi volar por en medio del cielo a otro ángel, que tenía el evangelio eterno para predicarlo a los moradores de la tierra, a toda nación, tribu, lengua y pueblo…” (Apocalipsis 14:6)

El mensaje de los Tres Ángeles y el evangelio de Jesús en su totalidad es para ser predicado a todos, eso incluye a todas las razas, a todas las nacionalidades, a todas las lenguas. Lo que dice aquí es que, si todos necesitan escucharlo, no hay lugar para discriminación. Si uno de los grupos o varios de los grupos que tienen que escuchar el mensaje están siendo discriminados, es nuestro deber, como portadores del mensaje, asegurarnos que esos grupos son defendidos, amados y cuidados, para que también tengan acceso. Si ellos no nos ven como una comunidad de amor, nunca nos verán como una comunidad de esperanza, de fe y de verdad. 

Así que la próxima vez que escuches a alguien decir que la justicia social es una distracción del evangelismo y el mensaje de los Tres Ángeles, cuéntale lo que dijo Jesús, léele el mensaje, y pregúntale a que iglesia le gustaría ir, ¿a la del sacerdote?, ¿a la del levita?, ¿o a la del Buen Samaritano?

Y si eso no los convence, recuérdale que las palabras necesitan micrófonos, pero las acciones no.

——

 

El pastor José Cortés Jr. es director asociado de la Asociación Ministerial, y dirige Evangelismo, Plantación de Iglesias y Misión Adventista/Global en la División Norteamericana de la Iglesia Adventista.

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