NextGen Pastor: Un llamado al ministerio pastoral para las generaciones más jóvenes (Parte 1)

Cuando me desperté en esa fría mañana de noviembre en nuestro apartamento del sexto piso en Madrid, España, me sentí diferente. Siempre había querido ser médico. Toda vez que alguien me preguntaba: “¿Qué quieres hacer de tu vida, o qué piensas ser cuando seas grande?” mi respuesta siempre era: “Quiero ser médico misionero”. Pero ahora, de la noche a la mañana, a los 15 años, la visión para mi vida había cambiado repentinamente. Esa mañana, durante el culto familiar, anuncié a mi familia que yo ya no quería ser médico misionero, porque sentía que Dios me estaba llamando a ser pastor. Mi padre, que es pastor, se entusiasmó mucho de escuchar mi anuncio, y mi madre también. MI hermano, que también había crecido con la idea de llegar a ser un médico misionero, exclamó: “Supongo que voy a ser la única persona de la familia que va a ganar mucho dinero”. ¡Hoy día es pediatra!

Cuando acepté el llamado de Dios al ministerio pastoral, comencé a orar más, a leer más la Biblia, y a escuchar sermones grabados en casetes de mis predicadores favoritos. Esto sucedió hace años, cuando aún no existían todas las opciones de medios que tenemos ahora. Había un predicador que yo admiraba, y su oficina se encontraba en la sede mundial de la Iglesia Adventista en Maryland. Era muy conocido, y muchos lo consideraban un gran evangelista. Un día, cuando mi familia se había trasladado de España al sur de Nueva Jersey, cuando estaba en cuarto año de la escuela secundaria, llegué a casa y encontré un volante con la fotografía de este gran predicador, donde se anunciaba que iba a dirigir una gran campaña de evangelización en la ciudad de Filadelfia. ¡Estaba entusiasmado! Era el pastor cuyos artículos leía en las publicaciones adventistas y cuyos sermones más escuchaba, y ahora estaría predicando a menos de una hora de viaje de mi casa. Tenía que ir a escucharlo, acaso estrechar su mano y pedirle que orara por mí. Me entusiasmé aún más cuando mi padre dijo que trabajaría en esa campaña como parte del equipo de evangelización. 

Pedí a mi padre que me llevara junto con él a la noche de apertura. Aún lo recuerdo… un auditorio repleto, y grandes y famosos músicos adventistas. ¡Era una atmósfera maravillosa! El sermón también fue espectacular. Una vez que terminó el sermón, mi padre y yo fuimos hasta atrás del escenario. Realmente quería encontrarme con el predicador, cuyo nombre escojo no mencionar. Había una larga fila de personas que aguardaban para hablar con él. Oraba con algunos, saludaba a otros, y firmaba algunas de sus Biblias. Finalmente, me llegó el turno. Mi padre me presentó al evangelista y le dijo: “Este es mi hijo José Cortés Jr., y él quiere ser pastor”. Yo estaba entusiasmado, porque admiraba al predicador y la atracción mundial que tenía como evangelista me impresionaba. Le di la mano, y repetí: “Sí, quiero ser pastor”. Me miró con el rostro serio y me contestó: “Eres demasiado bajo para ser pastor”. Esa fue su respuesta. Eso fue todo lo que dijo. Me dije para mis adentros: “Estará bromeando. Ahora va a decir algo más para arreglarla”. Pero no dijo nada más. Me retiró la mano y se alejó.

Miré a mi padre como pidiéndole una explicación de lo que acababa de pasar. Mi padre simplemente se encogió de hombros y me dijo: “No creas lo que dijo”. Y no lo hice. Porque, si bien no sentí la afirmación de ese hombre de Dios, y sentí que por cierto él no había reconocido el llamado de Dios al ministerio en mi vida, no creí ni por un segundo lo que me había dicho.

Se necesitan más pastores en Norteamérica en los próximos diez años

La División Norteamericana tiene actualmente una gran necesidad de interactuar con las generaciones más jóvenes a quienes Dios está llamando o llamará al ministerio pastoral. Nuestro equipo ministerial ha sido consciente ya por varios años de que la fuerza ministerial de la región tiene cada vez más mayor edad, y hay algo que realmente nos preocupa al respecto. En la actualidad, hay 750 pastores que califican para jubilarse. Nuestros estudios también indican la posibilidad de que en los próximos 10-13 años, podríamos perder entre 150 a 300 pastores por año debido a su edad avanzada y la jubilación. También hemos notado que la cantidad de graduandos de teología en las universidades adventistas y que los graduados de los seminarios adventistas de Norteamérica podrían no ser suficientes cuando la ola de retiros comience a golpear a nuestras iglesias. Es la razón por la cual hemos trabajado juntos con un equipo de pastores, educadores y líderes de la iglesia para crear la iniciativa NextGen Pastor. Los objetivos de esta iniciativa son los siguientes:

•          Orar para que 2500 niños, jóvenes y adultos jóvenes acepten el llamado de Dios al ministerio pastoral en los próximos diez años.

•          Identificar niños, jóvenes y adultos jóvenes que acaso tienen un don especial para el ministerio pastoral y animarlos a considerar el llamado de Dios.

•          Facilitar y realizar un seguimiento de las decisiones de los niños, jóvenes y adultos jóvenes para el ministerio pastoral, una vez que las tomen.

•          Crear una atmósfera más positiva hacia el ministerio pastoral en Norteamérica.

Cambio de actitud y vocabulario

Si queremos tener éxito en reconocer y afirmar el llamado de Dios al ministerio pastoral en las generaciones más jóvenes, las expresiones que desaniman, como por ejemplo “eres demasiado bajo”, “eres demasiado joven”, “aún no estás listo”, “las mujeres no pueden ser pastoras” y otras similares tienen que desaparecer de nuestro vocabulario. Esas actitudes y frases necesitan ser remplazadas por expresiones como la siguiente, de autoría del apóstol Juan:

“Os he escrito a vosotros, padres, porque habéis conocido al que es desde el principio. Os he escrito a vosotros, jóvenes, porque sois fuertes y la palabra de Dios permanece en vosotros, y habéis vencido al maligno” (1 Juan 2:14).

Pasaron los años, y yo terminé la escuela secundaria, el colegio terciario, y la Asociación de Potomac de la Iglesia Adventista me contrató como pastor. Fui enviado al Seminario Teológico Adventista para cursar una maestría. Cuando terminé, después de ser pastor en varias iglesias de la zona metropolitana de Washinton y Maryland, se me pidió que fuera pastor de la iglesia adventista Hispana de Silver Spring, allí muy cerca de la sede mundial de la Iglesia Adventista. Aún recuerdo ese sábado cuando, a los 26 años, fue dedicado como pastor de esa iglesia en Silver Spring. Cuando me paré a predicar, miré a mi izquierda y, ¿adivinen quién estaba sentado allí? Sí, era el mismo evangelista famoso que diez años antes me había dicho que era demasiado bajo de estatura para ser pastor. Dios tiene un gran sentido del humor. Cuando tenemos una visión y un propósito en la vida, habrá obstáculos, pero también estará el poder de Dios.

Después del sermón, me coloqué en la puerta central de la iglesia para saludar a la gente mientras salía del edificio. Cuando el evangelista pasó a mi lado, me di cuenta de que ya no era esa persona de elevada estatura que había conocido. Estaba encorvado, y podía ver en él las marcas de la edad. Me saludó: “Pastor”, me dijo, y me sentí tan bien de que ese mismo y líder de la iglesia, que una vez me había dicho que era demasiado bajo para ser pastor, ahora me llamara pastor. Lo traté con bondad, y me dijo: “Pronto me jubilaré; los hermanos (en referencia a los líderes de la sede mundial de la iglesia) me están dando amables indicios de que es hora de que me vaya. Pronto tendré tiempo libre, de manera que, si usted está de viaje o necesita que alguien predique en su lugar, acuérdese de mí, porque aquí estaré”.

 Cuando una joven o un joven se acerque a usted y le diga: “Quiero ser pastor”, ¿qué le responderá?

 

El pastor José Cortés Jr. es director asociado de la Asociación Ministerial, y está a cargo de evangelismo, establecimiento de iglesias y Misión Adventista/Global, además de presidir la iniciativa NetxGen Pastor en la División Norteamericana de la Iglesia Adventista.

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Un misionero en su vecindario