Transición, cambio y revitalización

Fue la primera iglesia adventista establecida en el estado de Arkansas (1885) y la segunda iglesia en la ciudad de Springdale. Elena de White pasó cuatro días en la ciudad, predicando y ayudando a establecer la obra allí. Unos pocos años después, la iglesia abrió la primera escuela. La población de Springdale era de unos 500 habitantes, pero en un corto periodo de tiempo, casi cien personas asistían semanalmente a los servicios de adoración en la iglesia. Con la iglesia de Springdale como base, pronto se establecieron diez congregaciones más, y se formó la Asociación de Arkansas.

Todo este crecimiento, a pesar de una seria persecución religiosa. Arkansas tenía leyes dominicales estrictas que declaraban que no se podía trabajar, comprar o vender en el “Día del Señor” (el domingo). Hay al menos veinte casos registrados de adventistas que fueron arrestados por quebrantar la ley. Algunos arrestos incluyeron a F.N. Elmore, quien fue arrestado en abril de 1886 por cosechar papas. James Pool de Fayatteville, Arkansas, fue arrestado dos veces por cosechar papas en domingo. La primera vez lo multaron por $ 30,90 dólares, y la segunda vez por $ 28,40. Y el pastor J. W. Scoles fue arrestado por pintar en el edificio original de la iglesia un domingo. Su caso llegó hasta la Corte Suprema.

Entonces, en 1887, el senador por Arkansas Robert Crockett, nieto del famoso Davey Crockett que luchó en el Alamo, se presentó ante la legislatura para proponer una exención para los adventistas que guardaban el sábado. La propuesta de ley fue aprobada en Arkansas, y los adventistas finalmente fueron aliviados de la persecución legal.

Adelantémonos a 2018, y Springdale ya era una ciudad de unos 81.000 habitantes. Con comienzos tan celebrados, uno podría esperar que la iglesia fuera una gran congregación ocupada en servir y trabajar en la comunidad creciente. En cambio, 120 años después la escuela tenía grandes deudas y estaba a punto de cerrar por falta de alumnos y alto reemplazo de docentes. De hecho, en los cinco años anteriores, la escuela tuvo que contratar nuevos docentes cada año y, por diversas razones, ¡en dos ocasiones tuvo que contratar a un docente a mediados del año lectivo! ¿Y qué en cuanto a la iglesia Springdale Adventist Fellowship (SAF)? Tenía una asistencia de unas 110 personas, había estado sin pastor por más de un año, y era básicamente desconocida en la comunidad.

Como la mayoría de las iglesias, SAF tiene sus altibajos. En épocas la asistencia aumentaba, y en otros momentos disminuía. Los pastores han llegado y se han ido. Los miembros mostraban nostalgia por épocas pasadas, cuando tan y cual pastor hizo esto o aquello. Pero la mayoría de los miembros activos de la congregación reconocía abiertamente que algo tenía que cambiar; y la mayoría de los miembros activos votó a favor del cambio. Así es como me invitaron a servir como pastor principal de SAF.

En esta situación específica, el proceso de revitalización de la iglesia comenzó en la entrevista. Para ese momento, yo había estado en una situación muy buena. La iglesia en la que estaba era un proyecto de revitalización exitoso, con un promedio de dos bautismos por mes, y planes de tener un bautismo por semana. Los asistencia estaba aumentando de manera estable, y nuestro impacto en la comunidad local se estaba empezando a notar. Entonces, cuando me llegó el llamado a hacer todo de nuevo en un lugar diferente, quise entrevistarme con la iglesia de manera tal que enviara un mensaje claro: no soy un pastor que quiera presidir reuniones de oración y programas. Quiero estar buscando activamente a los perdidos, bautizando y discipulando nuevos miembros, y capacitando y equipando a los miembros para el liderazgo y un mayor impacto ministerial. Así, si ellos estaban buscando un gerente de programas y ministerios, yo no estaba interesado.

No hay nada nuevo o sorprendente en lo que acabo de escribir. Lo entiendo. Pero las iglesias estancadas o en declive no lo entienden. Por eso están donde están. Como Dios no cambia, la iglesia tampoco debería hacerlo. Hay quedado atrapados en la rutina de hacer las cosas como siempre las han hecho; y así es como les gusta. Desafortunadamente, cuanto más tiempo la iglesia se aferra a su tradición, más sagrada se vuelve.

En todos nosotros hay cierta resistencia al cambio, lo cual es irónico porque el cambio en la única constante en la vida. Incluso como pastor, lucho una batalla constante para mantenerme actual, alejado de las rutinas ministeriales, y con un enfoque misionero sano que se adapte a las necesidades de la comunidad y de la congregación a las que sirvo. Mi experiencia en las iglesias donde he servido es que todos están listos para el cambio... hasta que es hora de cambiar.

Pero, ¿es el cambio el verdadero problema? La gente cambia de trabajo. Su mudan de un lugar a otro. Internet cambió todo, literalmente. Las redes sociales han cambiado la manera en que consumimos noticias e información. Ahora casi todos tienen un teléfono celular; ¡hasta un niño de tercer grado en la escuela a la que asiste mi hija tiene un iPhone! Vivimos en un mundo cambiante.

Sería fácil culpar el estancamiento de la iglesia a su incapacidad de cambiar. Pero, ¿y si el cambio no es el problema? William Bridges es un experto en cambios organizativos, que declara que el cambio es inevitable y, como resultado, la mayoría de las personas no lo resiste. Él dice: “No son los cambios lo que te matará; son las transiciones. No son lo mismo. El cambio es situacional… La transición, por otro lado, es psicológica; es un proceso de tres fases por las que las personas pasan al internalizar y asimilar los detalles de la nueva situación que trae el cambio”. 

Las tres fases de la transición, según Bridges, son: (1) Ser capaz de soltar las formas antiguas; (2) un “tiempo interino” donde “ocurren realineaciones y rediseños psicológicos”; y (3) la formación de un nuevo comienzo a partir de la transición.  Esto explica por qué a alguien hoy podrían no gustarles los cambios realizados en el orden del servicio de adoración; pero dentro de un año defienda la manera en que se hace. Ha tenido tiempo para hacer la transición.

 

Benjamin Orian es pastor de la Iglesia Adventista más antigua de Arkansas. Desde su llegada a Springdale, la asistencia a la Escuela Sabática se ha triplicado y se inició un segundo servicio de adoración para adaptarse al crecimiento. 

Este artículo es un extracto del libro Multiplica. El libro Multiplica es un regalo de la Asociación Ministerial de la División Norteamericana a todos los pastores y pastores voluntarios laicos. Para obtener el libro sin costo, comuníquese con el Director Ministerial o Coordinador Hispano de su Conferencia.

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